Atributo: Cualidad o característica propia de una persona o una cosa, especialmente algo que es parte esencial de su naturaleza. Atributo divino es una cualidad o característica atribuida a Dios.
Salmos 139:7-8 “¿Adónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí allí tú estás”.
La Biblia no procura probar que Dios existe. Más bien, da por sentado su existencia y continúa describiendo numerosos atributos que lo caracterizan. Algunos de esos atributos son exclusivos de Él como Dios; otros se ven en los seres humanos, como resultado de haber sido creados a la imagen de Dios.
Atributos Exclusivos de Dios
1. Dios es omnipresente, es decir, Él está presente en todas partes al mismo tiempo. El salmista afirma que sin importar adónde vaya el hombre, allí está Dios (Salmos 139:7-12; Jeremías 23:23-24; Hechos 17:27-28); Él observa todo lo que el hombre hace.
2. Dios es omnisciente, es decir, lo sabe todo. Él no sólo conoce las acciones de los seres humanos, sino que también conoce sus pensamientos (1 Samuel 16:7; 1 Reyes 8:39; Salmos 44:21; Jeremías 17:9-10). Cuando la Biblia habla de la presciencia de Dios (Isaías 42:9; Hechos 2:23; 1 Pedro 1:2), quiere decir que Él conoce con exactitud la condición de todas las cosas y todos los acontecimientos, sean posibles, reales, futuros, pasados o predestinados (1 Samuel 23:10-13; Jeremías 38:17-20). La presciencia de Dios no implica el determinismo filosófico (véanse Números 14:11-20; 2 Reyes 20:1-7; Romanos 8:29; 1 Pedro 1:2).
3. Dios es omnipotente, es decir, Él es todopoderoso y tiene la suprema autoridad sobre todas las cosas y las criaturas (Salmos 147:13-18; Jeremías 32:17; Mateo 19:26; Lucas 1:37). Sin embargo, eso no quiere decir que Dios emplee todo su poder y autoridad en todo momento. Por ejemplo, Dios tiene poder para destruir todo el pecado, pero Él ha optado no hacer eso hasta el fin de la historia (véase 1 Juan 5:19). En muchos casos, Dios limita su poder, canalizándolo por medio de su pueblo (2 Corintios 12:7-10; Efesios 1:19-21); en esos casos, su poder es dependiente del grado de disponibilidad y obediencia a Él por parte del creyente (véase Efesios 3:20).
4. Dios es trascendente, es decir, diferente e independiente de su creación (véanse Éxodo 24:9-18; Isaías 6:13; 40:12-26; 55:8-9). Su ser y su existencia son infinitamente mayores y más elevados que el orden creado (1 Reyes 8:27; Isaías 66:1-2; Hechos 17:24-25). Él habita en existencia perfecta y pura, muy por encima de lo que ha hecho. Él mismo es increado y tiene existencia independiente de la creación (véase 1 Timoteo 6:16). Sin embargo, la trascendencia no hace que Dios sea incapaz de habitar entre su pueblo como su Dios (Levítico 26:11-12; Ezequiel 37:27; 43:7; 2 Corintios 6:16).
5. Dios es eterno, es decir, desde el siglo y hasta el siglo (Salmos 90:1-2; 102:12; Isaías 57:15). No hubo ni habrá jamás un tiempo, ni en el pasado ni en el futuro, en que Dios no existiera ni existirá. Él no está limitado por el tiempo humano (Salmos 90:4; 2 Pedro 3:8), y por lo tanto se le describe mejor como “Yo soy” (Éxodo 3:14; Juan 8:58).
6. Dios es inmutable, es decir, no hay cambio alguno en los atributos de Dios, en sus perfecciones ni en su propósito para el género humano (Números 23:19; Salmos 102:26-28; Isaías 41:4; Malaquías 3:6; Hebreos 1:11-12; Santiago 1:17); sin embargo, eso no quiere decir que Dios nunca modifica sus propósitos temporales en reacción a las acciones de los seres humanos. Por ejemplo, Él puede modificar sus propósitos de juicio por causa del sincero arrepentimiento de los pecadores (Jonás 3:6-10). Además, Él permanece con libertad para responder a las necesidades de los seres humanos y a las oraciones de su pueblo. Con frecuencia las Escrituras se refieren a Dios como que cambia de idea a causa de las diligentes oraciones de los justos (Números 14:1-20; 2 reyes 20:2-6; Isaías 38:2-6; Lucas 18:1-8).
7. Dios es perfecto y santo, es decir, es íntegramente sin pecado y absolutamente justo (Levítico 11:44-45; Salmos 85:13; 145:17; Mateo 5:48). Adán y Eva fueron creados sin pecado (Génesis 1:31), pero con la capacidad de pecar. Dios, por otra parte, no puede pecar (Números 23:19; 2 Timoteo 2:13; Tito 1:2; Hebreos 6:18). Su santidad también incluye su dedicación a llevar a cabo su propósito y plan.
8. Dios es trino y uno, es decir, es un solo Dios (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:21; 1 Corintios 8:5-6; Efesios 4:6; 1 Timoteo 2:5) que se ha manifestado en tres personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mateo 28:19; 2 Corintios 3:14; 1 Pedro 1:2). Cada persona es plenamente divida, igual a las otras dos; pero no son tres dioses, sino un solo Dios (véanse Mateo 3:17; Marcos 1:11).
Atributos Morales de Dios
Muchas características del único Dios verdadero, particularmente sus atributos morales, tienen similitud con las cualidades humanas; sin embargo, todos sus atributos existen a un grado incomparablemente mayor que en los seres humanos. Por ejemplo, aun cuando Dios y los seres humanos tienen la capacidad de amar, ningún ser humano es capaz de amar hasta el punto e intensidad que ama Dios. Además, debe subrayarse que la capacidad de los seres humanos de ejercitar esas características está relacionada con el hecho de que han sido creados a la imagen de Dios (Génesis 1:26-27). En otras palabras, ellos son como Él, no Él como ellos.
1. Dios es bueno (Salmos 25:8; 106:1; Marcos 10:18). Todo lo que Dios creó originalmente era bueno, como una extensión de su propia naturaleza (Génesis 1:4, 10, 12, 18, 21, 25, 31). Él sigue siendo bueno con su creación al sostenerla para beneficio de todas sus criaturas (salmos 104:10-28; 145:9, 13); incluso provee para los malos (Mateo 5:45; Hechos 14:17). Dios es especialmente bueno hacia los que le invocan de veras (Salmos 145:18-20).
2. Dios es amor (1 Juan 4:8). Su amor es un amor abnegado que abarca a todo el mundo de la humanidad pecadora (Juan 3:16; Romanos 5:8). La principal manifestación de ese amor fue el enviar a su único Hijo Jesucristo ara que muriera por los pecadores (1 Juan 4:9-10). Además Dios tiene un amor familiar especial por quienes por medio de Jesucristo están reconciliados con Él (véase Juan 16:27).
3. Dios es misericordioso y clemente (Éxodo 34:6; 2Crónicas 30:9; Salmos 103:8; 145:8; Joel 2:13). Él no aniquila y destruye a los seres humanos como lo merecen a causa de sus pecados (Salmos 103:10), sino que el perdón como un don gratuito que se debe recibir por fe en Jesucristo (Salmos 103:11-12; Romanos 6:23; 1 Corintios 1:3-4; Efesios 2:8-9; Tito 2:11; 3:14).
4. Dios es compasivo (2 Reyes 13:23; Salmos 86:15; 112:4). Ser compasivo significa sentir pena por el sufrimiento de otra persona, con un deseo de ayudar. Por su compasión por la humanidad, Dios proporcionó el perdón y la salvación (Salmos 78:38). Asimismo, Jesucristo el Hijo de Dios expresó compasión por las multitudes cuando predicó el evangelio a los pobres, pregonó libertad a los cautivos y recuperación de la vista a los ciegos, y puso en libertad a los oprimidos (Lucas 4:18; Mateo 9:36; 14:4; 15:32; 20:34; Marcos 1:41; Marcos 6:34).
5. Dios es paciente y clemente (Éxodo 3meros 14:18; romanos 2:4; 1 Timoteo 1:16). Dios manifestó esa característica por primera vez en el huerto del Edén después del pecado de Adán y Eva, cuando Él no destruyó la raza humana como tiene el derecho de hacerlo (Génesis 2:16-17). Dios también fue paciente en los días de Noé, mientras se estaba construyendo el arca (1 Pedro 3:20). Y Dios todavía es clemente con la pecadora raza humana; Él no juzga de inmediato para destruir al mundo porque Él está pacientemente dándoles a todos la oportunidad de arrepentirse y salvarse (2 Pedro 3:9).
6. Dios es la verdad (Éxodo 34:6; Deuteronomio 32:4; Salmos 31:5; Isaías 65:16). Jesús se llamó a sí mismo “la verdad” (Juan 14:6), y al Espíritu se le conoce como “el Espíritu de verdad” (Juan 14:17; 1 Juan 5:6). Como Dios es totalmente fiel y digno de confianza en todo lo que dice y hace, también se describe su palabra como verdad (2 Samuel 7:28; Salmos 119:43; Isaías 45:19; Juan 17:17). En armonía con esto, la Biblia pone en claro que Dios no tolera mentiras ni falsedad de ninguna clase (Números 23:19; Tito 1:2; hebreos 6:18).
7. Dios es fiel (Deuteronomio 7:9; Isaías 49:7; Lamentaciones 3:23; hebreos 10:23). Dios hará lo que ha revelado en su Palabra, cumpliendo tanto sus promesas como sus advertencias (Números 14:32-35; 2 Samuel 7:28; Job 34:12; Hechos 13:23, 32-33; 2 Timoteo 2:13). La fidelidad de Dios debiera producir indecible consuelo para los creyentes y gran temor del juicio de Dios para todos los que no se arrepienten y creen en el Señor Jesús (Hebreos 6:4-8; 10:26-31).
8. Por último, Dios es justo (Deuteronomio 32:4; Isaías 45:21; 1 Juan 1:9). Ser justo significa que Dios sostiene el orden moral del universo, y es justo y sin pecado en la manera en que trata al género humano (Nehemías 9:33; Daniel 9:14). La determinación de Dios de castigar a los pecadores con la muerte (Romanos 5:12) se origina en su justicia (Romanos 6:23; Génesis 2:16-17); Él se enoja con el pecado por causa de su amor por la justicia (Romanos 3:5-6; Jueces 10:7). Él revela su ira contra toda forma de impiedad (Romanos 1:18), sobre todo la idolatría (1 reyes 14:9, 15, 22), la incredulidad (salmos 78:21-22; Juan 3:36) y el tratamiento injusto de otras personas (Isaías 10:1-4; Amos 2:6-7). Jesucristo, a quien se llama “el Justo” (Hechos 3:14; 7:52; 22:14), también ama la justicia y aborrece la impiedad (véanse Marcos 3:5; Romanos 1:18; Hebreos 1:9). Nótese que la justicia de Dios no se opone a su amor. Por el contrario, fue para satisfacer su justicia que Él envió a Jesucristo al mundo como su don de amor (Juan 3:16; 1 Juan 4:9-10) y como su sacrificio por el pecado en lugar de los seres humanos (Isaías 53:5-6; Romanos 4:25; 1 Pedro 3:18), a fin de reconciliarlos consigo mismo (2 Corintios 5:18-21).
La revelación definitiva de Dios de sí mismo está en Jesucristo (Juan 1:18; Hebreos 1:1-4). En otras palabras, si se desea comprender plenamente la naturaleza personal de Dios, se debe mirar a Cristo, porque en Él habita toda la plenitud de la Deidad (Colosenses 2:9).
Fuente: Biblia de Estudio de la Vida Plena. Redactor general Donald C. Stamps. Redactor Auxiliar J. Wesley Adams. Editorial Vida. 1993